Después de sorprender por su sensibilidad y empatía en El vuelo de la mariposa, David Olivas […]

Yolanda Guerrero
Ha llegado la hora de dejar de describir el mundo, para empezar a escribirlo, es decir, de inventarlo”
Yolanda Guerrero
Toulouse (Francia), 1962. Estudió Periodismo en la Universidad Complutense de Madrid y vivió casi dos años en Londres, donde trabajó para el Instituto Internacional de Prensa (IPI, por sus siglas en inglés), dedicado a la defensa de la libertad de prensa en el mundo, y sus asambleas en Buenos Aires, Montevideo, Estambul y Berlín. En 1987 entró en El País y desarrolló su carrera en ese diario hasta 2013.
Fue subjefa de la edición latinoamericana durante once años; cubrió como enviada especial eventos relacionados con comercio exterior o política internacional en Argentina, Colombia, Brasil, China, Tailandia, India, Turquía, Japón, Taiwán y Egipto, entre otros países, y escribió para prácticamente todas las secciones del periódico: Tentaciones, Negocios, Domingo, El Viajero, Cultura, Sociedad, Economía, Internacional…
A partir de 2010, además, coordinó el suplemento semanal que The New York Times editaba en español conjuntamente con El País. En la actualidad, mantiene puentes activos con el periodismo, con reseñas y colaboraciones en la revista literaria Zenda.
En 1997 quedó finalista del IX Premio Ana María Matute, de Ediciones Torremozas, con el cuento El color del humo, pero esperó a 2017 para escribir su primera novela, El huracán y la mariposa (Catedral). La segunda, Mariela (Ediciones B), fue publicada en 2019.
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Yolanda Guerrero habla de Yolanda Guerrero
Puede que yo no sea la persona que mejor me conoce, pero sí la que lleva más tiempo a mi lado. Eso hice decir a uno de mis personajes y ahora, con su permiso y el mío, me plagio la sentencia.
Alguna cosa sé de mí. Por ejemplo, que ya no soy joven pero no envidio la juventud. Salvo su horizonte de tiempo infinito para dos cosas que yo inicié tarde: amar al que hoy es mi marido y escribir. Escribir ficción, quiero decir, que es para mí la mejor manera de descifrar la realidad. Lo mismo que leer, aunque eso sí que llevo haciéndolo toda la vida; leer, leer mucho y a todas horas, con hambre de leer, tanto que hasta la música que más me gusta escuchar es aquella que contiene un poema.
Sé de mí que soy experta en darme la vuelta como un guante: hubo un tiempo en que fumaba tres paquetes de cigarrillos cada día y no tuve mono cuando lo dejé; después dejé el periodismo y sí tuve mono, pero lo superé como pude, estoicamente. Me curó la literatura. Pasé casi tres décadas escribiendo historias de verdad, historias que pasan. Hoy escribo otras que imagino, que no han pasado ni pasarán, y me gusta hacerlo. Me gusta mucho. Creo que ahora entiendo mejor la vida.
También sé de mí que no capto los conceptos de patria y credo, será porque recelo de las fronteras y de los dogmas. Sin embargo, estoy a la espera de que alguien me explique que los segundos no son imprescindibles para que existan los primeros, y que me convenza. Claro, sin bombas y sin violencia. Eso es lo difícil.
Por todo ello, sé de mí que interpreto la palabra crisis como cambio: de ahí que tenga tan poco apego a las cosas, y tanto y tan grande a las personas. No me gusta mucho el mundo, pero me gustan las personas… al menos, mis personas, e incluyo a las que he perdido por el camino pero todavía viajan a mi lado. Otra razón por la que no envidio la juventud: acumular un tesoro de personas sólo se consigue con tiempo. Y aún me queda suficiente para incorporar a muchas más, mis puertas están abiertas.
Al final, únicamente sé de mí que no sé qué será de mí mañana, pero que el amor, los libros y mis personas permanecerán inmutables. Eso lo sé seguro.
Obras
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El huracán y la mariposa
libros, Yolanda GuerreroLa mariposa que volvió del Hades es un nocturno para trío con piano, una balada triste cantada a tres voces: las de tres mujeres unidas por una historia trágica y separadas por el dolor.
Sofía es el piano. Relata en primera persona cómo un Huracán devastó su vida. Periodista, asfixiada en una familia de hija única, herida por un amor que la traicionó y le dejó como secuela la amenaza de un cáncer latente que algún día despertará, decide, tras un viaje revelador a la India, que ha llegado el momento de escalar un peldaño en el idealismo revolucionario. Encuentra la inspiración en el mito de Deméter y, al igual que la diosa de la Tierra, decide emprender la búsqueda de su hija: adopta una niña de siete años con cara de ángel, pero no sabe que, también como Perséfone, ya había sido raptada por Hades y lleva el infierno en el corazón.
Ángela es el chelo, la voz grave y madura de la misma partitura. La madre de Sofía, una mujer melancólica y retraída pero de alma extraordinariamente fértil, escribe un diario en el que vuelca su vida: la que vivió en libertad cuando quiso estudiar medicina en los oscuros años franquistas, cuando recorrió el mundo como primera bailarina de una modesta compañía, cuando cometió la enésima transgresión al casarse con un sacerdote católico, y cuando, al convertirse en madre, los temores obsesivos por su hija la arredraron hasta el punto de hacerle perder las alas… También el naufragio, cuando se desbordó la catarata que trajo consigo el Huracán y que arrasó a su hija en una inundación de la que Ángela sólo pudo ser espectadora desde la orilla.
Y Marina-Camila es el violín del nocturno para trío. Maltratada y violada desde sus primeros años de vida, fue arrancada del burdel de México donde se crió para ser entregada a Sofía e iniciar una vida que nunca pidió ni llegó a comprender. Quiso ser llamada como una princesa de cuento, Marina, para olvidar a la Camila dolorida de su niñez, pero no pudo: el cerebro y sus conexiones dañadas no olvidan las deudas pendientes. Múltiples y graves problemas psicológicos la abrasan en un incendio perpetuo y marcan su relación con Sofía y con Ángela. Víctima de un severo trastorno traumático del apego, Marina-Camila desarrolla una aversión enfermiza por su madre adoptiva, a la que trata de arrastrar a la hoguera que la consume. Esta, a su vez, se siente impotente ante las agresiones de una niña que, a medida que avanzan los años, se vuelven más virulentas. Hasta que sucumbe a ellas y deja que Camila regrese al Hades.
Así, los tres instrumentos de un relato coral desgranan con sus propias notas y registros cómo fueron arrollados por el viento, el agua y el fuego en una tormenta perfecta. Una tormenta que tardó en gestarse más de dos décadas, pero que en sólo cinco años, cuatro meses y veintitrés días dejó tras de sí tres paisajes de ceniza absorta y estéril: la ceniza de la culpa.
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Mariela
libros, Yolanda GuerreroYolanda GuerreroMariela es la crónica de dos viajes singulares y una historia de amor durante los días en los que el mundo cambió.
El primero de los viajes lo emprende la historiadora Beatriz Gil Bona, a quien, en el otoño de 2018, tres lances del destino la conducen a una casa recién heredada en la Cañada de Moncayo. Allí se esconde la historia de su familia y, cumpliendo el último deseo de su madre, se propone encontrarla. La primera pista es un cuadro firmado con un número romano que refleja a una muchacha mientras se ajusta un sombrero azul y levanta los ojos bañados de tristeza. Hay, además, un arcón lleno de objetos del pasado y la carta de una enfermera llamada María Veruela Bona, fechada en 1918, que habla de los tiempos en que una siniestra epidemia barrió España.
Beatriz se lanza a la búsqueda de la identidad de esa enfermera y la encuentra entre unos papeles polvorientos archivados en el monasterio de Veruela, hoy a punto de convertirse en Parador Nacional.
Gracias a ellos, narra sus hallazgos sobre el segundo y más asombroso viaje, el de Mariela.
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