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Beatriz Rodríguez
Beatriz Rodríguez Delgado (Sevilla, España, 1980) es licenciada en Filología Hispánica. Ha trabajado como editora para Trama editorial, La Fábrica y el Grupo Anaya. Ha sido colaboradora de revistas como El rapto de Europa o Trama y Texturas y en guiones de documentales como La memoria de los cuentos y Los últimos narradores orales, de José Luis López Linares. También ha participado en secciones literarias y de opinión, en publicaciones del Grupo Andalucía Información y, recientemente, en la antología de relatos Watchwomen. Narradoras del siglo XXI. Actualmente dirige la editorial Musa a las 9.
Su último libro publicado es El sexo de las embarazadas y otros relatos, publicado por El Envés.
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Beatriz Rodríguez (Sevilla, 1980) has a degree in Spanish Language and Literature. She has worked as an editor for Trama publishing house, La Fábrica and Grupo Anaya. She has contributed to magazines such as El rapto de Europa on cultural topics and Trama y Texturas that deals with the world of books, and to documentary scripts such as La memoria de los cuentos. Los últimos narradores orales, (The Memory of Tales. The last Storytellers) by moviemaker José Luis López Linares. She has also contributed to literary and opinion sections in publications by Grupo Andalucía Información and recently, to the anthology Watchwomen. Narradoras del siglo XXI. (Watchwomen: 21st Century Female Storytellers). She currently runs the publishing house Musa a las 9 and the Festival Internacional de Poesía de Madrid, POEMAD (Madrid International Poetry Festival). La vida real de Esperanza Silva (The Real Life of Esperanza Silva) (Casa de cartón, 2013) was her first novel.
Beatriz Rodríguez habla de Beatriz Rodríguez
Beatriz y sus amores
Mi primer gran amor fue Miguel Bosé. Yo tenía dos años y, por lo que me cuentan, le daba besos a la tele mientras él cantaba Amante bandido y mis padres me miraban, supongo, entre preocupados y admirados por mi precocidad.
Mi segundo gran amor fue Rita Hayworth y en este caso no sumaba más de cuatro, pero cuando venían amigos de mis padres a casa, esos intelectuales progresistas de los ochenta con gafas enormes, melenas chonis y chaquetas de pana, yo salía de mi cuarto y a la que se descuidaban les cantaba Put the blame on Mame, quitándome unos guantes imaginarios.
Pero el gran amor, ese que te cambia la vida, el que te hace ser mejor y disfrutar de cosas que nunca hubieras imaginado, fue sin duda alguna Gianni Rodari. Lo malo es que cuando una descubre el amor por los libros, inevitablemente tiende a la promiscuidad y al gran Rodari le siguieron Michael Ende, Roal Dahl, Kevin Major y toda la panda de lo que se ha llamado literatura infantil y juvenil.
Esta literatura de iniciación sirvió para que con doce años, e imbuida de un espíritu práctico poco habitual en mí, preguntara en mi casa: ¿qué hay que estudiar para ser escritora?
A lo que se me correspondió con un desconcertado e inseguro: “Filología Hispánica”. Una niña de doce años diciendo que quería estudiar Filología Hispánica era un animal raro (no penséis en el poético rara avis porque lo de la filología, eso lo descubrí después, no tiene nada de poético), pero no cejé en mi empeño, como dicen los cursis, y acabé la carrera dándome cuenta de dos cosas: que la escritura no tenía nada que ver con la yod cuarta (chiste para filólogos) y, lo más preocupante, que no me apetecía nada ser profesora.
Comprendí que la edición era mucho más divertida, porque podía estar rodeada de otros animales raros como yo (algunos excesivamente raros) y tener una excusa estupenda para seguir leyendo.
Después mucho leer, aunque no todo lo que debiera porque también me gusta mucho salir a bailar, decidí, como Gil de Biedma, que la vida iba en serio y me atreví a terminar (¡y publicar!) un libro de relatos unitario sobre un personaje maravilloso que se llama Esperanza Silva, y una novela sobre las rarezas de la adolescencia y otras intrigas humanas llamada Cuando éramos ángeles.
Creo que el motor de la existencia está en el equilibrio entre el eros y el tánatos, por eso una de las cosas que más me gusta en el mundo es cocinar para la gente que quiero, aunque a veces necesito esconderme del mundo y escuchar Put the blame on Mame como si fuera la primera vez.
Traducciones
“Cuando éramos ángeles” Francia (éditions Actes Sud).
Obras
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El sexo de las embarazadas y otros relatos salvajes
Beatriz Rodríguez, librosBeatriz RodríguezEl Envés Editoras inicia su colección de libros ilustrados con «El sexo de las embrazadas y otros relatos salvajes», veinte historias sobre mujeres reales, obra de la escritora Beatriz Rodríguez con ilustraciones de Cristina Erre. Estos relatos, estructurados en cinco partes, nos hablan de la sexualidad -El sexo de las embarazadas-, la infantilización o la engañosa candidez -La educación de las niñas-, la manipulación como concepto eufemístico de la maldad -Usar ser mujer-, la maestría que se esconde en los márgenes del sistema -Las recetas de la abuela-, y la violencia o el acoso -Señoros-. Historias que revisan con ironía y mirada caleidoscópica los tabúes y tópicos que han construido una falsa feminidad, desde diferentes edades, tiempos, conflictos, llantos, risas, gritos y silencios.
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Cuando éramos ángeles
Beatriz RodríguezLa periodista Clara Ibáñez es una mujer joven que lleva una vida tranquila, enclaustrada en Fuentegrande, un pueblo de menos de mil habitantes, dirige el periódico local aún habiendo tenido aspiraciones mayores. No se relaciona con casi nadie, a excepción de Chabela, la dueña del Hostal Las Rosas, donde come y duerme, además de beber para intentar olvidar la reciente muerte de su marido.
La aparición del cadáver de Fran Borrego, uno de los dueños de las tierras que rodean el pueblo, acaba mostrando una comunidad repleta de envidias, intrigas y tramas incompletas que provienen de un pasado que la protagonista desconoce. Ese pasado, que comienza en la adolescencia de Fran Borrego, actúa como un flashblack dentro de la propia historia. Mientras Clara Ibáñez inicia una investigación sobre la muerte del cacique, entrevistando a distintos personajes que pueden estar involucrados con su asesinato, el flashblack ambientado en los años 90, muestra al lector la verdadera historia de cada uno de ellos, así como el descubrimiento por parte de este grupo de adolescentes, del sexo, del amor, la ira, la amistad, la decepción y la venganza. De este modo se va armando una novela que juega con distintas realidades y cuyo único testigo es el lector, que no solo verá la evolución de estos personajes, sino la de la propia Clara Ibáñez.
La narración está marcada por dos elementos: la comida, que toma protagonista a través de las recetas de Chabela, y el sexo, que irrumpe en la vida de Clara a través de Fernando Alegría, uno de los personajes de los que la periodista sospecha, pero por el que siente una inevitable atracción.
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La vida real de Esperanza Silva
Beatriz RodríguezBeatriz Rodríguez¿Cuántas vidas puede tener una mujer como Esperanza Silva? Retazos de días, trozos de sueños, historias que componen un mural fascinante. En esta novela, vemos pasar, uno tras otro, los cuadros que ha pintado su protagonista, Esperanza, una pintora de una invención y sensibilidad muy originales: la infancia, la adolescencia, el amor, el dolor, los deseos, las frustraciones, la miseria y la felicidad de una mujer que no quiere diferenciar entre verdad y ficción. Estos cuadros crecen sobre los colores del mundo y consiguen crear su propia existencia, una más auténtica, más intensa, única como la vida de Esperanza Silva.
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